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Educación en línea ¿es una verdadera opción para estudiar artes visuales?

Este artículo está hecho para ti, que quieres estudiar una carrera relacionada con las artes visuales, pero sientes que tus oportunidades de lograrlo son pocas. Hay muchas razones por las cuales jóvenes (y no tan jóvenes) llenos de talento no llegan a matricularse en una universidad con modalidad presencial, entre ellas la falta de recursos, tiempo u opciones cerca de ellos. Muchos simplemente descartan la oportunidad de una formación artística que les apasiona porque piensan que “se van a morir de hambre” si estudian eso.





Es lógico que ante un panorama social y económico tan incierto como el que enfrentamos hoy en día te sientas así, pero considera que, a diferencia de otros oficios, las artes realmente nunca pasan de moda. Eso sí, se modernizan de la mano de las nuevas tecnologías y encuentran nichos de expresión cada vez más relacionados con el mundo digital. Además cada día hay más alternativas para estudiar artes en línea, y a precios muy razonables, pero aquí es donde probablemente te estés preguntando ¿realmente vale la pena invertir tiempo y dinero en una formación “artística” en línea?


El prejuicio de que la educación a distancia en las artes es de mala calidad o meramente “simbólica” todavía está muy extendido, incluso tomando en cuenta que hasta las mejores universidades están implementando opciones remotas no sólo para cursos y diplomados puntuales, sino para carreras completas. El problema es que apenas se está legitimando (por necesidad, más que nada) la educación en línea para carreras relacionadas con lo administrativo, la tecnología y algunas humanidades, y pareciera que la enseñanza de las artes plásticas va a ser de lo último que se considere viable hacer de forma remota, debido a que el artista visual no forma parte de ese sector productivo de la población al que urge entrenar para que pueda hacer un trabajo de oficina (o de “home office”).


Entonces ¿renuncias desde ya a tus pretensiones de estudiar artes visuales y mejor estudias una carrera con salidas laborales seguras, aunque también sea en línea? ¿o vale la pena arriesgarse a formar parte de esa generación pionera de artistas visuales que aprendieron lo que saben por medio del internet? En todo caso ¿se trata de una generación que realmente va a poder competir con aquellos artistas visuales que egresen de una educación “normal”?


Como seguramente ya te diste cuenta, las preguntas a las que te enfrentas son mucho más complejas que simplemente cuestionarte si la educación en línea funciona o no. En este artículo no vamos a hacer un listado de sus ventajas o desventajas superficiales, porque seguramente ya las leíste hasta el cansancio, y obviamente son muy generales y no aplican a todos los casos. Lo que pretendemos es más bien darte herramientas reales y críticas para que puedas tomar una decisión bien informada, pues se trata ni más ni menos que de tu futuro.


Así que, olvida todo lo que crees saber al respecto, y veamos a grandes rasgos qué te espera (y qué se espera de ti) si decides darte la oportunidad de estudiar artes visuales en línea.


¿Qué se puede aprender en línea y qué no?


Casi todos, consciente o inconscientemente, consideramos que el internet es un medio válido para aprender cuestiones primordialmente teóricas y tecnológicas. Es decir, si un diseñador, un programador web o incluso un contador viene y nos cuenta que aprendió su carrera en línea, seguramente ni nos sorprenderemos ni pondremos en duda sus capacidades. Como mucho, querríamos ver algún certificado, título o reconocimiento emitido por una institución con cierta autoridad.


Y ¿qué pasa si nos enfrentamos a un psicólogo, un docente o un abogado en las mismas circunstancias? Lo más probable es que, como se trata de carreras en humanidades y que tienen un componente práctico mucho más marcado, dudemos un poco al principio. Pero luego recordaremos que los tres pueden ejercer su oficio sin problemas mediante videollamadas y aceptaremos que se trata de profesiones que, gracias a la tecnología moderna, también son susceptibles de aprenderse y ejercerse a distancia, mientras que una universidad de “renombre” los respalde, claro está.


En este punto, casi todos estamos de acuerdo con que lo teórico y gran parte de lo práctico se puede aprender y practicar via remota, siempre bajo la atenta vigilancia de una institución educativa “seria”. Y ¿qué pasa con las ciencias médicas? Bueno, para que te des una idea de lo lejos que llega la proyección real de la educación a distancia, toma en cuenta que prestigiosas universidades de medicina ya están desarrollando herramientas y software para que sus alumnos puedan realizar prácticas de cirugías desde un emulador de realidad virtual. Dentro de cien años, es muy probable que sea perfectamente normal, por ejemplo, contratar a un cardiólogo japonés para que mediante una máquina realice una intervención a corazón abierto en Nueva York.


Claro, que todo eso son meras especulaciones y estamos algo lejos de que se aperture la primera opción para estudiar medicina online. Pero a nadie le suena descabellado que se trata de una evolución natural y esperable de la educación en línea actual. Sin embargo, ¿qué sucede cuando hablamos de arte? Allí ya no sólo entra en juego el aprendizaje de la teoría y la práctica, sino también el desarrollo de una sensibilidad estética muy particular. ¿Y cómo se promueve esa sensibilidad más allá de la que ya traemos de manera innata? mediante la interacción humana significativa, sin duda.


Además de la técnica y la práctica, que siguen siendo de vital importancia, la educación artística involucra una dimensión simbólica muy poderosa que se fortalece mediante la introspección y la búsqueda autodidacta, pero también mediante el intercambio de puntos de vista e inquietudes con nuestros compañeros y mentores. Es allí donde aparece la gran ruptura discursiva entre la educación en línea y las artes porque ¿cómo podríamos acceder a este intercambio trascendental en un entorno tan impersonal como lo es un aula virtual?


Sin embargo, cualquier persona que haya utilizado la tecnología para comunicarse significativamente con otros sabe que la calidad de la comunicación no tiene tanto que ver con el medio, sino con las intenciones y las habilidades de quienes participan en ella. Entonces, la pregunta que debemos hacernos no es ya si las artes visuales y la educación a distancia son compatibles, sino cómo hacer que lo sean.


¿Por qué hay tantos prejuicios respecto a la educación en línea para las artes?


Es una realidad ampliamenete aceptada que ya están ganadas las batallas de lo teórico y casi ganadas las de lo práctico, pero pareciera que por más que instituciones y docentes lo intentan, la educación en línea no logra superar las barreras de lo impersonal ni promover la colaboración, el trabajo en equipo y el intercambio significativo de ideas, tan necesarios para el desarrollo de las artes.


No debería de ser algo tan difícil, a fin de cuentas, los foros, las videollamadas y las aulas virtuales nos permiten establecer diálogo e interacción en tiempo real ¿no? Además, dos seres humanos realmente interesados en comunicarse han logrado hacerlo con gran intensidad y excelentes resultados mucho antes de que se inventara el internet (cualquiera que haya echado un vistazo a la correspondencia entre intelectuales y artistas en el siglo pasado sabe esto). Entonces, las herramientas están allí, el problema es que no las usamos adecuadamente. Y esto tiene una explicación muy sencilla: la educación en línea actual está fundamentada, como ya mencionamos, en la necesidad de entrenar oficinistas de manera rápida, eficiente y económica para que puedan ingresar al mercado laboral cuanto antes. La razón por la cual se ha popularizado no es precíamente ofrecer opciones educativas de calidad en toda las áreas a personas que no tienen la posibilidad de matricularse en una universidad cara.


Necesitamos afrontar la realidad (para poder cambiarla) de que la mayor parte de la oferta educativa en línea actual es un mero negocio enfocado a profesionales administrativos o freelancers de clase media que aspiran a un puesto un poco mejor; no a la comunidad artística de recursos más bien moderados. En todo caso, la educación en línea en las artes y las humanidades es un costoso lujo que sólo algunos afortunados pueden permitirse para hacer algo provechoso en sus tiempos libres. Y por eso, obviamente, está tan terriblemente descuidado el factor humano y social para el correcto desarrollo de los proyectos y las inquietudes artísticas individuales, porque objetivamente no parece necesario. Las raras veces que aparece, tiene más la condición de adorno que de pilar formativo.


Pero que ese sea el estatus quo actual no significa que las mismas herramientas de educación a distancia que ya existen no puedan ponerse al servicio de una formación artística de verdad mediante el intercambio humano significativo.


La diferencia entre la herramienta y la intención


Ninguna herramienta de aprendizaje puede hacer el trabajo por sí misma. Contar con un entorno educativo virtual de altísimo nivel no garantiza que quienes lo utilicen efectivamente vayan a sacarle todo el provecho. Vemos un ejemplo muy claro todos los días en nuestra sociedad moderna: nunca hemos tenido un acceso tan amplio y sofisticado a la información y actualmente existen jóvenes con teléfonos inteligentes que no tienen noticia de que el hombre ya llegó a la luna, y que desconocen absolutamente cómo funcionan los antibióticos.


Una experiencia de aprendizaje artístico real no se limita a adquirir y repetir conocimientos; tienen que ver con una transformación evolutiva del individuo. En este sentido no sólo es necesaria la presencia cognitiva sino también la presencia social. Y presencia social no es prender la cámara y el micrófono en una videollamada y hacer las preguntas de rigor al docente para obtener puntos extra. Es involucrarnos con la sensibilidad, la experiencia y las inquietudes del otro. La enseñanza del arte necesariamente debe priorizar el entendimiento del mundo social y cultural en el que vivimos y eso no puede lograrse sin interacción, pero la interacción es perfectamente posible a distancia.


Así, la conclusión a las complejas preguntas que nos planteamos al inicio es la siguiente: Sí, la educación artística en línea es perfectamente viable siempre y cuando se cubran la necesidades teóricas, prácticas, sensibles y sociales del aprendizaje. Para ello, el programa educativo tiene que dejar de verse como una herramienta de formación express para vender certificados y titulaciones, y convertirse en una verdadera experiencia de aprendizaje transformacional.


¿Existe tal cosa? Bueno, eso es lo que estamos construyendo en Luz Viajera. Somos una academia online de artes visuales que realmente busca acercar la educación de calidad al talento que no puede acceder a ella de forma tradicional. Por ello, todos nuestros cursos están impartidos por artistas visuales de gran trayectoria y compromiso con la docencia, nuestro enfoque está personalizado en tu proyecto y consideramos que el intercambio libre de ideas y la promoción de la convivencia es fundamental. Además, manejamos costos muy accesibles porque no somos un negocio, somos una comunidad sustentable de aprendizaje.


Creemos que formar artistas visuales críticos, capaces de cuestionar y proponer, es fundamental para construir la sociedad que queremos, y por eso ponemos todo nuestro corazón en lograr la meta.


 

Fuentes




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