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Una Liliput más amplia en la obra de Francisco Cuéllar

A partir de la metáfora de Liliput –la emblemática ciudad del libro Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift– y de su protagonista –el gigante Gulliver–, Francisco Cuéllar nos propone una lectura de su obra Liliput visto desde lejos:


La idea de hablar de mi interacción con la ciudad nace desde un libro llamado Estampas de Liliput. Bosquejos para una Sociología de México. Aquí nos muestran un capítulo con este nombre "Liliput visto desde lejos" y en él nos muestran la analogía para recorrer el estado político actual de la ciudad y nuestro lugar en ella. Yo intento desentramar estas ideas para acercarme a ellas y poder generar desde ahí mis propios cuestionamientos.

Todo comienza con un atardecer y una ciudad que podría ser cualquiera. Al fondo los cerros y de este lado nosotros, los espectadores. Las imágenes que siguen son todas una pregunta. La distorsión desde la que éstas se muestran no nos señalan figuras completas y en esa insinuación adivinamos escenas de lo cotidiano: cuerpos humanos, vidrios rotos, transformadores eléctricos, cercas, perros, calles. Un caballo entre lo amarillo de las flores que ve pasar un automóvil. Un cielo que no se detiene, atravesado por cables de electricidad. Una serie de imágenes que no se detienen. La vertiginosidad y el miedo al derrumbe. La sensación de que todo está sostenido por el instante.


Una marcha acompaña todo el tiempo el recorrido de la mirada: los tambores de la banda de guerra son un latir agitado del corazón. Voces y desorden: el caos de lo que está pasando.


Ante este escenario dos preguntas encierran a las demás. ¿Quién es Gulliver? ¿Qué es Liliput?


En palabras del autor


Este gigante "Gulliver" lo encuentro como un sistema económico que ha llegado a los rincones desconocidos del mundo: primero como una amenaza, luego como un aliado y al final como una amalgama que no se sabe qué es. 

Este sistema económico avasallador que se traduce en acciones políticas igualmente avasalladoras sin distingo de particularidades geográficas y sociales, en efecto termina siendo ese gigante que todo lo aplasta y todo lo rompe. Ese desconocido que desde la incomprensión hace la guerra y destruye horizontes y formas de vida. Sin embargo, más allá de lo que a nivel macro trastoca y desequilibra, también desestabiliza y agrede a los individuos que lo constituyen. Por eso al preguntarnos quién o qué es Gulliver y qué o quién es Liliput, tal vez surjan otras respuestas:


Liliput es una ciudad pero también es el gigante que desembarca en ella. Gulliver es el gigante pero también somos nosotros. Cualquier ciudad. Cualquier hombre. Hay un Gulliver más grande que Gulliver y está dentro de nosotros. Hay una ciudad más pequeña que Liliput –con sus habitantes y sus guerras– y está también debajo de nuestra piel. Lo que nos desequilibra y nos cuestiona –como al artista a su manera– es ese descubrimiento. Esa “amalgama que no se sabe qué es” somos nosotros, los habitantes que desde el desconcierto ante el gigante terminamos siendo él. Los ciudadanos que acabamos por ser la ciudad misma. Los transeúntes que al final somos avenida y cerro tocado por el sol.


Entonces le preguntamos a lo que vemos por nosotros mismos. Aquello que no se alcanza a ver del todo en las imágenes que nos muestra Cuéllar somos nosotros latiendo al ritmo del tambor inhóspito de lo cotidiano. Somos el que pregunta y la pregunta misma. Somos el que se asombra ante la llegada del gigante pero en el fondo –y tarde o temprano lo descubrimos– somos él mismo. La ciudad, la Liliput que reconocemos entre la velocidad con que suceden las imágenes nos habla –en otro plano de la mirada– de quienes somos, porque esa ciudad que nos engulle en realidad somos también nosotros mismos Nos reconocemos en el atardecer, en los perros que juegan, en el vidrio roto, en los cables que comunican mientras rompen el paisaje. Nos reconocemos y nos dolemos ante ese reconocimiento.


Aquí el desequilibrio se vuelve una forma del equilibrio. Sin el movimiento no seríamos capaces de entender la inamovible belleza de los cerros. Sin la caída y la precipitación de lo que aparece ante nuestros ojos no entenderíamos la quietud del final cuando llega el silencio luego del bullicio.


Hoy voy a sentir que duermo en una diminuta ciudad y que la inmensidad de mi cuerpo la llena de inquietud, de la misma inquietud con que duermen sus habitantes que no entienden la vasta extensión de mi cuerpo y lo atan para apresar lo inapresable. Mañana temprano abrirán los ojos para constatar que sigo ahí: aquí. Llegará la maravilla y el espanto, la curiosidad y el miedo. Como nos sucede ante todo lo que nos resulta incomprensible. Incomprensible y fascinante.


Gabriela Aguirre.


 


 

Francisco Cuéllar.

Irapuato, Gto., 1994) Estudiante de la Licenciatura en Artes Plásticas de la Universidad de Guanajuato. Actualmente reside en la ciudad de Guanajuato, Gto.  y forma parte de la segunda generación PROA.

Tiene interés por encontrar o generar experimentaciones y situaciones que detonen una suerte de energía, pensando que últimamente hemos vivido una especie de somnolencia en nuestro alrededor. Busco reencontrar antiguas rutas que nos ayuden a entender de una forma más orgánica nuestro entorno, desde juegos de roles hasta fiestas e instalaciones temporales. Asimismo apuesto por la crítica que se encuentra en el más acá de los mundos en los cuales nos desenvolvemos.

 

Gabriela Aguirre.

(Querétaro, 1977). Libros publicados: La frontera: un cuerpo, 2004. El lugar equivocado de las cosas, 2011. La casa es una espora, 2015. La isla de tu nombre, 2017.

En 2003 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino y en 2007 el Premio

Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa. Becaria del FONCA en dos ocasiones, del Consejo

Estatal para la Cultura y las Artes de Querétaro (Jóvenes Creadores) y del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes (Creador con Trayectoria), también en dos ocasiones. Becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas (Poesía) de 2005 a 2007.

Estudió la Licenciatura en Lenguas Modernas-Español en la UAQ, la Maestría en Creación Literaria en la Universidad de Texas en El Paso y el Doctorado en Artes en la UG. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

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